Después de los improvisados kilómetros a mayores del día anterior, el cuerpo necesitaba descansar y reponer fuerzas, por lo que hoy no madrugaríamos en exceso y comenzarían nuestros desayunos gallegos, en esta ocasión viendo el telediario y todo, cosa que se nos hacía bastante raro ya que algunos estábamos completamente desconectados del mundo exterior.Y como es Galicia, pues cuesta pá arriba, camino que baja, "vaques" por aquí, e mediodías como el de la imagen, donde el silencio y la tranquilidad es lo único que existe en toda dirección. Todo el esfuerzo tenía su recompensa...
Tras nuestro paso por Sarria decidimos culminar la jornada en Portomarín, donde nos encontramos con caras conocidas que un día atrás habían quedado por O Cebreiro.


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